Otros cambios climáticos
YOUNGER DRYAS
Así es como se denomina un período de fríos rigurosos que afectó a nuestro planeta, y especialmente al continente europeo. El nombre proviene de Dryas octopelata, una flor típica de la tundra que se extendió por toda Europa. El brusco descenso de temperaturas se produjo hace 12 900 años, cuando nuestros antepasados estaban acostumbrados a un ambiente cálido, y duró unos 13000 años. Muchas especies animales, y también los humanos, tuvieron que emigrar a países mediterráneos, donde el frío era menos riguroso.
Las causas son diversas: por una parte, la aportación de aguas muy frías provenientes del deshielo desde latitudes polares hacia el Atlántico norte; por otra parte, entre lo que hoy ocupa Canadá y Estados Unidos, había un enorme lago, más bien un mar interior de agua dulce, llamado lago Agassiz.
La barrera de hielo que limitaba este lago hacia el sur se fundió y una enorme cantidad de agua dulce fluyó a través del río Mississippi hacia el golfo de México. Precisamente allí nace la corriente del Golfo, que alcanza las costas europeas y tempera el clima. Pero la aparición repentina de agua dulce y fría frenó el mecanismo que hace funcionar esta corriente, lo cual provocó un enfriamiento del Atlántico y, consecuentemente, de Europa. Se sabe que la temperatura superficial del agua del mar frente a las costas portuguesas llegó a bajar 10 °C. Las bajas temperaturas se fueron extendiendo por todo el planeta. Hace unos 11 600 años, volvió a aumentar la temperatura del Atlántico, al disminuir la aportación de agua fría y dulce de latitudes elevadas.
DIEZ SIGLOS Y TRES CAMBIOS CLIMÁTICOS
Entre los siglos x y xiv, Europa se vio afectada por lo que se conoce como «período cálido medieval», que conllevó inviernos poco rigurosos. Esto remitió a partir del siglo xv: las temperaturas cayeron en picado, y entre los años 1500 y 1850, aproximadamente, los inviernos fueron mucho más crudos y largos. Fue la «pequeña edad de hielo».
Las cosechas que en la época medieval eran generosas, gracias a las temperaturas benignas y a las precipitaciones abundantes, se volvieron escasas por culpa de las heladas tardías y las sequías. Pero en los últimos 150 años, las temperaturas han vuelto a aumentar, de forma espectacular desde 1980, a causa del factor humano.
EL ENIGMA DE LAS MANCHAS SOLARES
Desde hace siglos, los astrónomos han observado unas manchas en el Sol que aparecen y desaparecen. Cada once años, estas manchas disminuyen y este «mínimo solar» suele durar no más de un año. Sabemos que los cambios en la actividad solar afectan al clima de la Tierra. Muchos científicos coinciden en relacionar los inviernos especialmente fríos que tuvieron en algunos países europeos entre el 2007 y el 2011 con este mínimo solar. De hecho, es sabido que los inviernos más severos registrados desde 1650 han coincidido con estos mínimos, y la explicación se encuentra en la corriente en jet, o tubo de vientos que circula entre los 5 y los 10 km de altitud, se ondula con mayor facilidad hacia latitudes inferiores como las del Mediterráneo, y así favorece las invasiones de aire de origen polar.
LA PEQUEÑA ERA GLACIAL
Si en la Edad Media y hasta los siglos xiv y xv, disfrutaban de un clima relativamente benigno, a partir del siglo xv y especialmente entre los siglos xvi y xviii, los inviernos fueron cada vez más crudos y más largos; y las cosechas, muy pobres. La música y la pintura reflejan estas bajas temperaturas de forma muy diversa. Es curioso como en el siglo xvii se puso de moda patinar sobre hielo. A la que llegaba el invierno, toda superficie líquida se congelaba.
Muchos de los conocidos pozos de hielo que hay en España, y en gran cantidad en Cataluña, se construyeron durante aquella época. Se excavaban pozos en los que se iban depositando alternamente capas del hielo de los ríos y paja u hojarasca seca. Todo ello estaba protegido por una cúpula. Cuando llegaba el verano, se extraía el hielo que se necesitaba y, de nuevo, a finales de octubre o noviembre tenían más hielo de los ríos que se habían vuelto a congelar.
A lo largo del siglo xix, las temperaturas se fueron recuperando lentamente y, desde entonces, con breves interrupciones, siguen aumentando, una subida que se ha hecho exagerada en los últimos años por culpa de la actividad humana.
ANTONIO STRADIVARIUS
Antonio Stradivarius (1644-1737) fue un constructor de instrumentos de cuerda conocidos como stradivarius, de sonido inigualable y gran belleza. De los más de 1200 instrumentos que construyó, tan solo quedan unos 600. Pero ¿por qué estos instrumentos tienen un sonido tan bonito y algunos están valorados en más de 2 millones de euros? Se han sugerido distintas hipótesis: el secado y el envejecimiento de la madera, el barniz con fórmulas secretas que se les aplicaba, el tratamiento en remojo con agua marina para evitar la carcoma…
No obstante, y según los últimos estudios científicos extraordinariamente precisos que se han practicado a los instrumentos, la respuesta está en las condiciones meteorológicas de aquella época. Seguramente, habrán observado que Stradivarius nació a mediados del siglo xvii y murió en la primera mitad del próximo siglo, es decir, en plena «pequeña edad de hielo». Incluso la vida del constructor coincidió con lo que conocemos como el «mínimo de Maunder», período comprendido entre 1645 y 1715. Estos años fueron realmente fríos, con veranos frescos e inviernos muy rigurosos, lo que provocó que los abetos de los bosques de Panaveggio, próximos a Cremona, ciudad natal de Stradivarius, crecieran con mayor lentitud y dieran origen a una madera más densa y rígida, madera que Stradivarius utilizaba para la construcción de violines, violas o violonchelos. También el lutier Giuseppe Guarneri (1698-1744) se benefició de las condiciones meteorológicas para construir instrumentos de cuerda con un sonido similar al de los stradivarius.